viernes, 14 de diciembre de 2007

NUESTRO PENSAMIENTO

Es posible construir una Argentina mejor, si somos capaces de recuperar la credibilidad en la política.
Los argentinos necesitamos volver a creer, a tener esperanzas, a proyectar un futuro distinto para nuestros hijos. Queremos dejar el escepticismo de lado y el temor a perder nuevamente la posibilidad de crecer y desarrollarnos como país. Pero para ello sobre todo necesitamos volver a confiar, poder volver a depositar la confianza en un ideal, en una causa transformadora, en un proyecto de país donde asumamos el compromiso de ser protagonistas del cambio.
Y en tal sentido como parte de la sociedad Argentina tenemos que asumir ante la crisis nuestra responsabilidad. Es tiempo que los políticos comprendamos que debemos hacernos cargo de los errores cometidos si pretendemos recuperar la credibilidad en la política.
Pero no es desde la hipocresía, las falsas profecías, las metáforas que pretenden explicar la realidad, las promesas e imágenes aparentes de cambio, desde donde los políticos recuperaremos la confianza perdida, sino desde la sinceridad de transparentar lo que pensamos, desde los principios y valores de los que partimos para actuar políticamente y sobre todo de si las decisiones que adoptamos se condicen con el mandato popular. Porque precisamente la finalidad de la política consiste en la búsqueda del bien común y no de la satisfacción de los intereses particulares de los hombres.
La sociedad es el sustento de la política y es esta realidad fundante la que la hace posible. Y la política es el instrumento esencial que dota de sentido y garantiza la supervivencia del sistema democrático-
Recuperar la credibilidad en la política implica entonces el enorme desafío de devolverle a nuestro pueblo la esperanza de emprender una causa transformadora y es por este motivo que, el Peronismo, no puede resignarse a ser un actor pasivo frente a la profunda crisis estructural que ha colocado nuevamente en tela de juicio la viabilidad del sistema democrático.
La responsabilidad del peronismo, como en otros momentos de su historia, es garantizar el funcionamiento democrático mientras un proceso genuino de renovación. de la política, permite construir alternativas no solo legitimas, sino también creíbles.
Se equivocan quienes aseguran que no existen alternativas a lo que se nos presenta como una realidad inevitable. Hoy en día existen aquellos que desde un mensaje apocalíptico acerca de la crisis política por la que transitamos, nos están invitando a la deserción, a la claudicación de nuestros ideales y nuestros valores como sociedad. Nos hablan como si estuvieran fuera de la realidad, para mantenerse ajenos y alejados de las consecuencia de la crisis.
Auspician engañosamente la necesidad de terminar abruptamente con la dirigencia política, con el sistema político como si fuera tan fácil cambiar la cultura y la historia de un país, camuflándose tras la apariencia de representar la nueva forma de hacer política y escondiendo sus verdaderas intenciones que, no son ni más ni menos que la obtención del poder por el poder mismo, sin ideas, sin propuestas, sin proyectos utilizando metodologías tradicionales de acción política.
Tanto daño le a causado a nuestro país la desvalorización de parte de la dirigencia política, como lo ha hecho el surgimiento de los nuevos profetas y outsiders políticos que al amparo de los grandes grupos económicos y corporaciones mediáticas o en nombre de la lucha contra el neoimperialismo capitalista del siglo XXI, desnaturalizan la política y la convierten en un simple medio para la satisfacción de intereses particulares.
La sociedad reclama con justicia un verdadero viento de cambio y los políticos tenemos que comprender y trabajar para hacer posible esta demanda y no perder el tiempo mostrando simples mascaradas que tienden a perpetuar una visión y una forma de hacer política que genera disconformidad, insolidaridad, desarraigo, desintegración e inseguridad social. Esta manera de pensar, actuar y realizar políticamente a destruido la credibilidad en la política como herramienta de transformación y de cambio.
En este contexto nuestra responsabilidad es innegable. Pero sin embargo deberán comprender los argentinos que el camino por el cual hemos transitado durantes tantos años de nuestra historia nos involucra a todos. Debemos aprender entonces a convivir con esta responsabilidad porque los que nos une como sociedad es la construcción de un proyecto común. De la misma manera que toda sociedad encuentra su sentido en función de un sistema de creencias, tradiciones, principios y valores compartidos desde donde si pautan las reglas de juego para convivencia social, el sistema político su forma de gobierno, de representación y específicamente la conducta, el comportamiento y la propia acción política, resultan el fiel producto de lo que elegimos y determinamos como sociedad política.
Con este argumento no tratamos de lavar culpas ajenas sino de intentar comprender de qué hablamos cuando nos referimos a la crisis política. Crisis política significa crisis de la sociedad porque la política es la arena fundamental de intervención de la sociedad sobre sí misma. La política y los políticos forman parte constitutiva e indisoluble de la sociedad y de aquí se explica la complejidad de la crisis.
Responsabilizar a la política por la decadencia de sus dirigentes y los problemas ocasionados a la sociedad, demuestra la necesidad de desligar culpabilidades ocultando o negándose a reconocer que todos somos artífices del tipo de país y el modelo de sociedad que poseemos. Admitir críticamente esta actitud es un paso sustancial que debemos dar. Pero a este cuadro de situación debemos agregarle la conflictividad proveniente de los procesos de transformaciones en el ámbito mundial y que durante los últimos años han impactado negativamente ante la posibilidad de insertarnos al orden global a partir de nuestra propia identidad como nación.
No vamos a echarle la culpa al proceso de globalización de las decisiones que no hemos sabido tomar. Pero si es necesario destacar la emergencia de un nuevo orden político y social establecido durante los 90, que en función de un discurso economicista acerca de la política sustentado por una aparente gestión macroeconómica exitosa, fijo pautas de conductas y una nueva lógica de supremacía del mercado por sobre el estado y la sociedad subordinando la política a la economía.
El concepto de globalización es un instrumento ideológico del Neoliberalismo por lo cual constituye un condicionante de las acciones políticas pero nunca puede ser determinante de nuestras acciones.
Aceptar los datos de la actualidad (los condicionantes) evita caer en el voluntarismo irracional pero reafirmar nuestra propia determinación es en el fondo el ejercicio auténtico de la política; es decir la voluntad de los sujetos. Es evitar el ''no se puede hacer otra cosa'', ''es el único camino posible'', en definitiva evitar la tentación de la alianza con los poderosos como práctica de la gobernabilidad.
En definitiva tener un proyecto de país, una visión es el desafío de cómo teñir con el color local del mundo globalizado.
Sin lugar a dudas este nuevo ordenamiento provocó la reestructuración de nuestra sociedad. Ante la exclusión social, la persistencia del desempleo, la sociedad Argentina se disgregó, se fragmentó y en este contexto la política y la democracia perdieron credibilidad y sustento ante la imposibilidad de satisfacer las demandas sociales. El problema crucial es que la política constituye el elemento básico e insustituible para superar este momento de quiebre histórico.
Por eso trabajar en la Recuperación de la credibilidad de la política significa continuar luchando por su imprescindible revalorización. Nosotros no aceptamos la naturalización del sistema de valores que el neoliberalismo pretende imponernos como pautas de conductas, porque son claramente contradictorias con nuestra cultura y nuestra manera de apostar a la vida.
Como hombres de la política hemos aceptado mansamente que el individualismo y el egoísmo se conviertan en guías conceptuales para nuestras relaciones sociales y políticas. Loa argentinos hemos posibilitado la incorporación a nuestra realidad cotidiana, la idea del éxito en virtud de la competencia salvaje entre argentinos por el acceso al consumo. El pasado es condenable mientras que el futuro es irrealizable. Por eso el presente se ha convertido en nuestro horizonte inmediato porque del éxito obtenido depende nuestra permanencia o ingreso al mercado. Cuando más logramos individualmente, mas temor nos causa perder el éxito obtenido por lo cual se constituye el imaginario de la soledad, solo dependemos de nosotros mismos, el otro y los otros ya no nos importan, se transforman en eventuales competidores en una amenaza latente.
En esta lógica de comportamiento la política pierde sentido porque la búsqueda del bien común se transforma en el éxito y la felicidad individual, es en ese preciso momento que dejamos de considerarnos ciudadanos para convertirnos en simples clientes y consumidores.
Esta fantasía se diluyó frente a la crisis, porque exigimos del estado que nos responda de la misma manera que lo haría una empresa de servicio, sin darnos cuentas que entre el estado y la sociedad no es posible mantener una relación de costos y beneficios, sino una relación estrecha para garantizar los derechos y las libertades individuales. Sociedad y políticos culpamos y renegamos de la política sin darnos cuenta que el problema sustancial se encuentra en nosotros mismos.
Por eso para Recuperar la credibilidad en la política es imprescindible cambiar la Argentina. Este es el desafió que estamos dispuestos a asumir como hombres del peronismo. Porque creemos que debido a su compromiso con la historia de nuestro país, por su visión acerca de la realidad, por su profunda concepción humanística, por su vocación transformadora, el Peronismo es la fuerza política capaz de encarnar la construcción de un nuevo paradigma popular y nacional.
Nuestra Fe cristiana nos incita a contribuir en la búsqueda común junto con todos los hombres de buena voluntad. Nos ofrece algunos indicios éticos y espirituales que podemos compartir con muchos. La primacía de la dignidad de la persona humana es nuestro principal objetivo como hombre la política.

Hoy nuestra sociedad con justa razón nos exige una Reforma Política impostergable. Hemos dejado de ser representativos, los partidos políticos como instrumentos esenciales de nuestra democracia ya no resultan ser la institución de intermediación valida entre las demandas sociales y el estado. Se han convertido en modernos aparatos económicos y políticos a merced de liderazgos deslegitimados, sin consenso, constituidos a través del poder económico y mantenidos muchas veces gracias a la utilización del poder estatal.
La sociedad hoy confía más en la credibilidad que brinda la imagen de un candidato, es decir, por lo que muestra, expresa o representa mediaticamente más allá de las ideas, de sus proyectos políticos y de su compromiso con los intereses populares. La sociedad en general no participa en los procesos internos de selección de los candidatos partidarios debido a que no existen procedimientos claros y transparentes para la elección. El poder de decisión del simple ciudadano se encuentra vedado por un sistema de selección partidaria, por una ley nacional electora y una ley de partidos políticos funcional a este esquema de selección que tiende a perpetuar liderazgos y a imposibilitar el trasvasamiento generacional.
Este es un simple ejemplo que explica sobradamente el sentimiento de apatía y descrédito de la sociedad hacia los políticos, sus organizaciones y por ende hacia la política, llevando a la gente a inclinarse por lo que cree menos perjudicial para sus intereses.
Por eso Recuperar la credibilidad en la política obliga a que la crisis sea analizada con seriedad y profundidad y no con la ligereza y superficialidad, como lo hacen algunos políticos y parte de la sociedad buscando resolver intereses sectoriales.
Reforma política, modificación del sistema político, elecciones anticipadas, caducidad de todos los mandatos, son algunas de las propuestas que se presentas como inevitables soluciones para la resolución de la crisis política. Sin embargo las fundamentaciones brindadas por los diferentes interlocutores, no hacen mas que marcar la falta de comprensión con respecto a la complejidad de esta crisis. Esto muestra con claridad la situación de retroceso o ausencia de pensamiento político de cierto sector de nuestra dirigencia política anclada en el concepto tradicional de la política.
De todos modos esto no significa que tales afirmaciones no sean temas centrales a discutir a corto plazo. El problema es que son presentados como modelos para su ejecución inmediata y no como procesos de construcción necesarios de iniciar.
La preocupación de esta dirigencia política consiste en proponer cambios inmediatos a corto plazo ante la necesidad de responder a la aceleración de los tiempos políticos electorales y no a la verdadera preocupación por la resolución de la crisis política. La sociedad reclama cambios inmediatos y existen políticos que sin miramientos y responsabilidad por las consecuencias que pueden ocasionar se encuentran dispuestos a dar respuestas a como de lugar, y esto no es más que reproducir las viejas practicas políticas que tanto detestan públicamente.
Ha llegado el momento de terminar con esta forma de pensar y actuar políticamente basada en la construcción de poder personal y defensa de los intereses particulares. No existe más espacio en la Argentina para aquellos dirigentes y militantes políticos, que usufructúan la política como medio de perpetuidad y de beneficios económicos y clientelares del poder sosteniendo a raja tabla la corrupción estructural en la Argentina.
Queremos convocar a los hombres y mujeres del peronismo a trabajar en Recuperación de la pasión por la política, que para nosotros deviene de la entrega a una causa transformadora. A recuperar la convicción de actuar guiados por principios y valores compartidos socialmente y la Responsabilidad de tener en cuenta las consecuencias de nuestras decisiones.
Queremos recrear un espacio amplio, plural, participativo, de reflexión y debate, donde desde la política privilegiemos la honestidad, la solidaridad, el respeto hacia los más humildes, la austeridad en los comportamientos públicos y privados, la transparencia en los procedimientos y en las decisiones, el respeto a la critica ajena, la practica militante como accionar sustentado en valores, la consecuencia con las promesas, la formación y la capacitación política permanente y el respeto a las reglas del juego democrático.
Recuperar la credibilidad en la política significa comprender que somos los hombres quienes debemos cambiar y no solo las instituciones y el sistema político. Es absurdo creer que los gobiernos aun se legitiman tan solo a través del sufragio como ingenuamente afirman algunos políticos, se necesita además un proyecto político consensuado y compartido. La reconstrucción de la confianza es eminentemente testimonial y fáctica. Los gobernantes se legitiman hoy más que nunca, por su capacidad de gestión porque está visto que la legitimidad de origen en tiempos de crisis y de crisis profunda como la que nos toca vivir, se agota rápidamente.
Si los gobernantes no son capaces de resolver los problemas que se les presentan, si no son capaces durante los momentos críticos de contener a su pueblo, de mantener el rumbo con convicción y firmeza y de impedir que cunda la desesperanza y el temor, es mejor que dejen el lugar a otros que puedan realizarlo.
Debemos trabajar no solo para garantizar la democracia política sino que es indispensable reconstruir en la Argentina la democracia de contenido social. Esto implica establecer estratégicamente una visión común de futuro, un nuevo imaginario colectivo, un nuevo proyecto nacional de país.
Significa comprender que para ingresar a este mundo globalizado es preciso un nuevo sentido de pertenencia como nación desde la dignidad de defender nuestros derechos y nuestra propia identidad, construir un Estado joven, moderno, abierto a la participación y sobre todo fuerte, que garantice a nuestro pueblo el acceso a los derechos políticos, sociales y económicos, que establezca reglas de juego claras y explicitas e institucionalice las nuevas demandas sociales.
Es tiempo de un nuevo tipo de liderazgo político que propicie un nuevo orden político y social sobre la base del el crecimiento, la justicia social y el desarrollo económico sustentable fijando pautas económicas y financieras para la implementación de una economía de producción a través de la redistribución equitativa del ingreso y políticas fiscales tendientes a la desconcentración de las riquezas.
No es viable una democracia de contenido social sin la inclusión e integración de los sectores excluidos del sistema. De que nos sirve un modelo económico de crecimiento macro si se realiza en base a la vulnerabilidad laboral, la muerte de la cultura del trabajo generando cada día más pobreza.
Queremos comenzar a discutir un modelo de país que articule armónicamente la relación entre el Estado, la Sociedad y el Mercado, y para ello Recuperar la política como herramienta de transformación de la realidad resulta esencial para hacer posible una Argentina justa y mejor.